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MÁLAGA, CONDADO DE CHELAN – Teresa Bendito-Zepeda y algunas compañeras fueron de puerta en puerta durante una mañana de verano el mes pasado, persuadiendo a trabajadores agrícolas en este complejo de viviendas para migrantes para que fueran a una clínica emergente de vacunación contra el COVID-19 en un departamento vacío. 

Ellas son las Madrinas de Salud, dice Bendito-Zepeda, y tienen una misión simple, pero de enormes proporciones: ayudar a vacunar a tantos latinos en los condados de Chelan y Douglas como sea posible. 

El trabajo de las Madrinas ha adquirido una nueva urgencia a medida que la altamente contagiosa variante delta del coronavirus se apodera de las comunidades de Washington. Se estima que la delta representa más del 90% de los casos nuevos y está impulsando una quinta ola de enfermedades. 

Y los latinos a quienes las Madrinas tratan de ayudar son la minoría étnica más grande del estado, con la tasa de vacunación más baja entre grupos raciales y étnicos. 

“Dondequiera que esté la gente, nosotros vamos allí”, dijo Bendito-Zepeda. 

En todo el estado, el 43% de los residentes hispanos han recibido al menos una dosis de la vacuna COVID-19, en comparación con el 57% de todos los residentes. 

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En algunos condados, especialmente al este de las Cascadas, la tasa es menor. En Adams, donde casi dos de cada tres residentes son hispanos, sólo el 34% de ellos ha recibido al menos una inyección; en Franklin, donde poco más de la mitad de la población es hispana, sólo el 32% ha recibido al menos una dosis. La baja tasa de vacunación refleja las tasas del total de la población de ambos condados. 

Los latinos históricamente han enfrentado impedimentos para recibir atención médica, incluida la falta de seguro médico, las barreras del idioma y el miedo a la deportación que, según los expertos, están contribuyendo a una mayor exposición al COVID-19. Y, al igual que la población en general, los latinos están sujetos a información errónea sobre las vacunas a través de las redes sociales y personales. 

Sin duda, calcular el riesgo para los latinos, casi 1 millón de personas en Washington, no es sencillo. Durante el transcurso de la pandemia, los hispanos han representado el 29% de los casos de COVID-19, según el Departamento de Salud del estado (DOH), a pesar de que sólo representan el 13% de la población del estado. Las hospitalizaciones por la enfermedad también son desproporcionadamente altas. Pero los hispanos están levemente sobrerrepresentados entre los que mueren, con un 12%. 

Otro factor agravante que contribuye al riesgo para los latinos es la edad. Aproximadamente 25% de la población hispana en Washington tiene menos de 12 años de edad y, por lo tanto, no es elegible para las vacunas contra el COVID-19. Por otro lado, el porcentaje de blancos y asiáticos menores de 12 años es del 13%. Para los residentes negros, es del 17%. 

El Dr. Leo Morales, codirector del Centro Latino para la Salud de la Universidad de Washington, dice que la diferencia de edad es crítica. 

“Cualquier edad es vulnerable si no estás vacunado”, dijo. “Aunque el riesgo de enfermedades graves y de transmisión es menor entre las personas más jóvenes, son vulnerables al COVID a menos que estén vacunadas. A los virus no les importa la edad que tengas”. 

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Existe un peligro real para los no vacunados, sean elegibles o no, ya que la variante delta parece haber comenzado a arrasar en Washington. 

La semana pasada, el departamento de salud reportó 600 hospitalizaciones en el estado, un aumento del 20% con respecto a la semana anterior. El porcentaje de pruebas positivas subió a 5.5%, comparado con el 2% de hace un mes. La ocupación hospitalaria está en el nivel más alto de este año, dijo el departamento. Más del 94% de todos los casos, muertes y hospitalizaciones de mayores de 12 años entre febrero y junio se han relacionado con personas que no estaban completamente vacunadas.  

“Va a afectar más a la comunidad latina porque son los menos vacunados”, dijo Morales. 

Las barreras para la atención médica 

Los latinos han estado en desventaja durante mucho tiempo en el sistema de atención médica de los Estados Unidos, dijo Morales, y no es de extrañar que sus tasas de vacunación estén rezagadas. 

"Los latinos están desconectados del sistema de salud por muchas razones", dijo. "No tienen proveedores de salud regulares, o procuran evitarlos si creen que arriesga su capacidad para vivir en este país. Y el costo de la atención médica es tremenda. También hay barreras culturales y lingüísticas que se suman a su indecisión". 

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Las altas tasas de infección y las bajas tasas de vacunación entre los latinos ilustran marcadas desigualdades aquí y a nivel nacional, dijo Matias Valenzuela, director de equidad de Salud Pública - Seattle & King County.  

Los latinos realizan trabajos que se consideran esenciales durante la pandemia, dijo, y que pueden acelerar la propagación del virus. También es más probable que vivan en un hogar multigeneracional que los blancos o negros, aunque es menos probable que en los casos de asiáticos o los nativos americanos. Cuando la oferta de vacunas no alcanzó la demanda, se dio prioridad a los hogares multigeneracionales para la vacunación.  

En el condado de King, las tasas de infección entre los latinos son de cuatro a cinco veces más altas en comparación con los residentes blancos, dijo Valenzuela. 

"El acceso a una buena educación, trabajos bien pagados, buenas viviendas, todo ese tipo de cosas son esenciales para que las personas puedan funcionar y sean capaces tomar buenas decisiones", dijo Valenzuela. “Cuando alguien carece de ellas y al mismo tiempo tiene que enfrentar COVID - eso no es poca cosa”. 

Estos impedimentos pueden superarse. Medical Teams International (MTI) ayudó a organizar la clínica de vacunación del condado de Chelan con Bendito-Zepeda y las Madrinas. La organización humanitaria basada en Portland comenzó a evaluar a los trabajadores agrícolas para detectar COVID-19 durante la primavera de 2020. 

Su continua presencia en esas comunidades le permitió al MTI organizar más fácilmente clínicas móviles de vacunación para los trabajadores migrantes, quien en su mayoría son latinos. 

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"La gente confía en nuestro nombre, en que brindamos servicios de alta calidad y podemos responder rápidamente a las necesidades tanto de pruebas como de vacunación", dijo Leslie Aaron, gerente del programa COVID-19 de Washington para MTI. 

Otra batalla para los trabajadores y defensores de la salud pública es la desinformación relacionada con las vacunas. Morales es consciente de que, como en otros grupos raciales, existe cierta vacilación respecto a las vacunas entre la comunidad latina debido a la mala información. 

"No sé cuánta vacilación religiosa hay, pero escuchamos que existe", dijo. "Aparentemente, hay sacerdotes en América Latina que han estado hablando en contra de las vacunas y cuyos mensajes se transmiten por redes sociales hasta acá". 

Morales está trabajando con otros grupos para contrarrestar la difusión de información errónea a través de paneles en línea con líderes religiosos de ambos lados de la montaña, que se transmitirán por radio en español, en Univisión y Facebook en vivo. 

Para llegar a los latinos es importante tener acceso fácil a las vacunas COVID-19 y que esas vacunas sean provistas por otros latinos o hispanohablantes, dijo Bendito-Zepeda. "Creo que eso resuena entre la gente", dijo. "Estoy aquí contigo y no te voy a mentir". 

Anna Zamora-Kapoor, profesora asistente de sociología y educación médica y ciencias clínicas en la Universidad Estatal de Washington, dijo que es importante insistir para que las personas acepten la vacunación. 

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Los latinos generalmente no se oponen a vacunarse y lo harán si el acceso es fácil y pueden hacer preguntas a un proveedor que hable español, dijo Zamora-Kapoor. 

“Si tuviera que crear una campaña para promover la vacuna COVID-19, diría algo como 'el mejor regalo para su familia es vacunarse'”, dijo. "La idea es enfatizar que la vacuna no sólo te protege a ti, sino también a tu familia y a quienes te rodean, a tus seres queridos". 



Enferma, vacilante, y luego convencida 

María Dolores Herrera, de 43 años de edad, vive en Spokane. Estaba preocupada respecto a la seguridad de las vacunas para ella y sus siete hijos. Le preocupaban los efectos secundarios y cómo afectarían su diabetes. 

La ausencia de información en español sólo aumentó sus inquietudes. 

"Muchas veces, parece que los médicos realmente no se preocupan por nosotros los latinos, así que no vamos a menos que sea necesario", dijo Herrera, quien trabaja limpiando casas. 

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Herrera y algunos de sus familiares contrajeron COVID-19 en diciembre. Sólo habían estado saliendo de su casa para comprar artículos esenciales, como alimentos, o para trabajar, dijo. Todavía no saben cómo fueron expuestos. 

A pesar de sentirse enferma, Herrera reunió fuerzas suficientes para cocinar y cuidar de sus familiares enfermos. Todas las mañanas se despertaba temprano para preparar suficiente té de hierbas en una tetera para todo el día. 

Cuando Herrera se volvió elegible para la vacuna, continuó considerando si la recibiría o no. Algunos amigos y conocidos intentaron convencerla de que no lo hiciera, dijo, basados en teorías "extravagantes", como que la vacuna contiene un chip para que el gobierno siga cada uno de sus movimientos. "Hubo falta de información en lo general que probablemente dio paso a historias como esa, y esto todavía está sucediendo", dijo. 

Varios organizadores latinos la animaron y respondieron todas sus preguntas. Pero sus preocupaciones no se disiparon y su familia continuó aislada, incluso mientras el estado se reabría lentamente, dijo. 

Fue sólo después de que un amigo de la familia recibió su vacuna y se mantuvo saludable (y vivo) que Herrera y su familia decidieron ir a una clínica de vacunación en junio en Spokane Community College. 

"Todavía tenía miedo, pero pensé en cómo la vida debe continuar y no podemos vivir con miedo", dijo. 

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Aun así, Herrera todavía no estaba segura de permitir que sus hijos elegibles recibieran la vacuna. Pero sus conversaciones sinceras con líderes latinos en Spokane la ayudaron a darse cuenta de que lo mejor para sus hijos era vacunarse también. 

Esfuerzos exitosos  

Dra. Mabel Bodell, nefróloga de Confluence Health, quien ha trabajado con Bendito-Zepeda, comenzó a comunicarse con los latinos del área de Wenatchee al comienzo de la pandemia para proveer pruebas y otras necesidades derivadas por infecciones. Entendió que sería necesario trabajar con la comunidad una vez que las vacunas estuvieran disponibles. 

En diciembre, inició la campaña titulada “¡Si! ¡A la vacuna!”. 

“Tenemos que contar una historia. Realmente tenemos que contarles nuestras experiencias y, a veces, se necesita hacer eso un par de veces... Se necesita mucho esfuerzo. Hablar una, dos, tres veces sobre esto y asegurarnos de que tengan la información correcta para tomar la decisión correcta.”, Dijo Bodell. 

Los esfuerzos parecen estar rindiendo frutos. Bodell dijo que en marzo y abril de 2020 más del 50% de las admisiones por COVID-19 en el hospital Wenatchee de Confluence Health eran latinos. Ese número está ahora entre el 5% y el 8%.